- MANUEL ENRIQUE PÉREZ MARTÍNEZ
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Entre 2015 y 2017, mapeos colectivos de habitantes del sur de Bogotá revelan las tensiones entre los espacios rurales y el desarrollo urbano. Desde el siglo XX, las áreas agrícolas y las prácticas culturales rurales se transforman por la expansión inmobiliaria, la localización de rellenos sanitarios y la extracción minera. Este proceso configura un espacio de persistencia y redes-lugares rurales-urbanos.
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Imagen 1: Entramado de subdivisiones hacendatarias que se mantuvieron desde principios del siglo XX hasta la década de los años 80´s. Demarcarían el medio de vida rural del borde sur. Integrados a la cuenca del río Tunjuelo se delinean sitios de producción agrícola de maíz, cebada, papa, ganadería y pasturas, como de los lugares de la extracción y producción de arcillas, gravas, arena y teja tradicional. Se circunscribe al pueblo de Usme el cementerio de Pasquilla y se revelan los límites con las zonas montañosas y boscosas, como también las áreas en las que se encuentran los embalses de Chizacá y La Regadera. Fuente: elaboración colectiva por un grupo de 14 mujeres y 15 hombres habitantes y productores rurales de la zona entre 25 a 75 años de edad (Septiembre de 2016).
Imagen 2:
Imagen 2: Nodos y vínculo urbano-rural, constitución de barrios, industria de la extracción de materiales construcción, el Relleno Sanitario Doña Juana, zonas veredales, predios y asentamientos rurales, el legado de las poblaciones indígenas que habitaron la zona, así como de las áreas protegidas para la reserva de recursos naturales que persisten desde los años de 1970 al 2017. Fuente: elaboración colectiva por un grupo de 14 mujeres y 15 hombres habitantes y productores rurales de la zona entre 25 a 75 años de edad (Septiembre de 2017).Imagen 3: Lugar Rururbano Periférico, “tercer espacio” en el que se cruzan identidades, diferencias y experiencias intersubjetivas caracterizadas por la convivencia de prácticas agrarias tradicionales, redes de representación comunitaria y procesos de urbanización que transforman el territorio. Umbral de zonas discontinuas y marginales, con limitaciones en infraestructura básica y nodos de descentralización industrial y de vivienda. Fuente: elaboración colectiva por un grupo de 14 mujeres y 15 hombres habitantes y productores rurales de la zona entre 25 a 75 años de edad (Febrero de 2018).
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Construir un objeto de estudio territorial, a partir de la transposición entre lo rural y lo urbano, implica otorgar contexto y examen al espacio social vinculante que puede surgir de aquel intersticio. El recorrido nos invita a desprendernos de las tipologías mentales que han sido el referente de aquella intrincada vinculación, expresión de dicotomías, dualidades, concentraciones o cooptaciones. Asunto que se muestra como imperativo de lo urbano, valorado como representación de lo próspero y progresivo. En contraposición a su opuesto, lo rural, considerado como decadente y regresivo.
La localidad de Usme, situada en la cuenca media del río Tunjuelo, en el suroriente de la Sabana de Bogotá, se caracteriza por una compleja interrelación entre lo urbano y lo rural. Con una extensión total de 21.506,64 hectáreas (ha), de las cuales 18.483,83 ha corresponden al área rural y 2.104 ha al área urbana.
En el suelo rural de Bogotá habita un total de 25.166 personas, ubicadas entre poblados y territorios rurales dispersos. Según la proyección de la población para el año 2022,el mayor número de pobladores rurales se ubica en la Cuenca del rio Tunjuelo en la localidad de Usme , con el 63%, seguido en menor porcentaje, por las zonas rurales de Norte-Torca (14%), Sumapaz (12%) y Cerros Orientales (11%) . Usme constituye un ejemplo notable de la transición entre lo rural y lo urbano. (Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá. 2017, Pérez, M., & Villamil, L. 2017; Pérez, M 2022)
A partir de mapeos colectivos, suministrados por habitantes en el borde sur de la ciudad de Bogotá entre 2015 a 2017, se han descrito las tensiones entre los espacios rurales y el desarrollo urbano, que desde principios del siglo XX ha transformado lugares dedicados a la producción agrícola y las prácticas culturales del medio rural. La zona se ubica entre áreas montañosas extensas, vinculadas al antiguo sistema de haciendas que poco a poco ha desaparecido. En contraste, se revela el amplio proceso de expansión urbano-industrial, el cual toma vigor desde los años 80´s hasta el presente. Reflejando cambios en el uso del suelo que prefiguran un espacio de redes de persistencia comunitaria que demarcan lugares rururbanos periféricos gracias a las acciones colectivas de sus habitantes, con lo cual han configurado un umbral de relaciones de organización subalterna para defender sus sistemas de producción de alimentos, mantener sus medios de vida y cultura campesina reivindicando su inclusión en el ordenamiento territorial de la ciudad.
Aquel lugar rururbano periférico que persiste representa conexiones con espacios rurales ampliados, donde prevalece predominio de cultivos extensivos, además de presentar una incipiente descentralización industrial y de viviendas. El nodo articulador es la vereda, unidad geográfica en la que se desarrollan actividades de la pequeña agricultura familiar, que colindan y dependen de las reservas forestales circundantes. Estos entramados se conectan por las sendas internas del equipamiento vial, utilizadas para el desplazamiento de sus habitantes y sus productos y van hasta las delimitaciones urbanas externas. Espacios que se enlazan con los límites del perímetro urbano y suburbano representando áreas discontinuas, degradadas y residuales en el límite con lo agrario, reflejo de un hábitat disperso en el que persisten zonas de especulación y marginalidad en el uso del suelo, carentes de servicios básicos y de equipamientos necesarios para subsistir. Lugar en el que habitan formas de resistencia y persistencia por la defensa de la vida rural en la ciudad :
“que no vayan a querer imponernos otro modelo de urbanización, es difícil tenerles confianza a las entidades públicas. Pasará este gobierno, y el otro vendrá, y nos dejarán en las mismas, quién sabe ¿no? Para terminar este asunto, lo que, si nos queda claro, es que desde estos lugares se seguirá manteniendo el campo, se conservará lo que se tiene y se luchará porque seamos reconocidos. En esta situación, o nos juntamos unos y otros, eso sí, reconociendo lo que somos y hemos construido como territorio, o estos lugares de naturaleza, con nosotros adentro, habrá que borrarlos del mapa. Ahí iremos viendo, a ver por dónde nos topamos (…)”
(Relato de Habitante Rural. Borde Sur de la Ciudad de Bogotá, 2015).Nota importante: este post es un documento transitorio en vistas a la publicación de un atlas. Si usted estima tener un derecho particular (autoría por ejemplo) sobre las imágenes que contiene esta página, lo/la invitamos a entrar en contacto con nosotros (ver sección Contacto), sea para retirarla, sea para colaborar con nosotros en la edición del atlas. En todos los casos pertinentes, no se publicarán ni se mantendrán en este sitio imágenes para las cuales no hemos obtenido los derechos correspondientes. El Atlas “Desmensuras de Abya Yala” es un proyecto de investigación financiado por fondos públicos, y sin fines de lucro.
Mapeos periféricos: rutas para descifrar cambios y tensiones entre el vínculo urbano-rural al sur de la ciudad de Bogotá
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